AUTORA:
NADIA ESPEJO JIMÉNEZ (CAOS) 2º BACH. HS
MICRORRELATO 2º
PREMIO
TIEMPO
Pienso y duele. Me
duele todo.
A este dolor lo llamo
tiempo; a mí misma, Caos; y tú eres Cristal.
Y aquí empiezo.
Conociste a Caos: un
desorden completo, un desastre, una pasión, una locura, un cuadro abstracto, un
conjunto de miedos, un sexo; música, como tú decías.
Cristal –tú- eres algo
parecido a Caos: un desastre lleno de amor; un desastre metido en su propia
burbuja, un cristal lleno de miedo y grietas que, si no sujetabas, se rompía;
un alma delicada, limpia, observadora y entregada.
La historia comienza,
en resumen, con personajes rotos. Solo que, cuando se conocieron, empezó la
magia.
¿Cómo pueden juntarse
un cristal agrietado y un caos que solo lleva a la locura? Lo dicho, ¡magia! Y
desapareció el dolor: Caos se ordenó y Cristal puso vendas a sus grietas.
Llegaron a la cima de
una montaña-querían subir incluso más-.y debajo de sus pies les comía el miedo;
pero delante tenían un sueño, un amor, una pasión, una ternura, una dulzura,
una caricia…se miraban y se tenían el uno al otro. Increíble, ¿verdad?
¿Y el miedo? Estuvo
siempre ahí. ¿Será el primer fallo? Puede ser…
En un año no se
derritió la nieve; sin embargo, en un verano, sí. Esto afectó a la montaña que
tenían; de hecho, se cayeron de golpe: el miedo los arrasó. ¿Tiempo o
situación? Dolor, igualmente. Y la caída fue dolorosa.
Caos se volvió a
desordenar, incluso más; Cristal se volvió a agrietar, incluso más; y
comenzaron a andar por un camino lleno de desniveles-que parecía una
representación de (¿nuestras?) pulsaciones-mientras que el tiempo no les dejaba
avanzar mucho más. Sin embargo, encontraron una rosa. Era lo único que les
quedaba. Poco a poco se fueron marchitando los pétalos-¡sus ciento veintisiete
pétalos!-de la flor, cayendo uno cada dí. Una caída imperceptible, al principio
pero que desveló la llegada del final cuando habían volado más de la mitad
hojillas.
El tiempo mató a la
flor; y, con ella, se fueron Caos y Cristal.
Caos se enredó tanto
que se ahogó; Cristal, se rompió.
Y, muertos los dos, no
hubo manera de arreglarlos; solo quedó el recuerdo de lo que una vez fue un
mundo de desastrosos lleno de magia.
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